martes, 23 de marzo de 2010

El centro de mando

La pequeña comitiva militar llevó a los dos generales por el camino más corto hacia un edificio situado en el centro de la ciudad, donde la Administración colonial británica tenía algunas oficinas.
Los ordenanzas se apresuraron a abrir las puertas de los vehículos. Montgomery bajó de manera ágil y se dirigió hacía Patton para dialogar con él.
Tenemos previsto un despliegue de 8.000 soldados y unos 50 blindados, además de apoyo aéreo. En su mayoría birmanos e hindúes aunque los blindados provendrán de unidades británicas. Londres me ha autorizado a reforzar el número de soldados en China con tropas provenientes de la India siempre y cuando no comprometa la seguridad de la colonia y la seguridad nacional. En conclusión, puedo llegar a tener desplegados aquí hasta 10,000 soldados aunque confío en solventar esto con lo que tengo a mano... decía el General británico.
Los dos generales fueron introducidos en la sala de juntas que se había habilitado como cuartel general del Estado mayor. Los militares chinos estaban elegantemente uniformados y saludaron, marciales. De entre todos ellos destacaba la figura de un joven general que Montgomery tomó como Zhang Xueliang y un pequeño hombre vestido a la occidental que creyó que podía ser un político del Gobierno chino.
General Montgomery, General Patton... es un placer tenerles aquí con nosotros. El Gobierno chino está muy orgulloso de contar con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos para conjurar la amenaza comunista. Soy el ministro Wei Kitao y me encargaré de las decisiones políticas comentaba mientras los dos generales tomaban asiento. A un gesto de su mano, uno de los oficiales desplegó un enorme mapa de China sobre la mesa, lo que hizo que tanto el británico como el estadounidense alargasen el cuello instintivamente. El General Xueliang tomó un señalador y empezó a hablar en chino, lo que hizo que el traductor, un trajeado joven hongkonés comenzase a hablar
La situación es la siguiente: Kuangsi y Kuangtung están en manos de los comunistas, aprovechando el buen tiempo, lanzaremos una ofensiva con nuestras mejores unidades, las entrenadas por Alemania. Sus hombres vendrían a incrementar el número de efectivos en razonable estado para poder vencer a los comunistas.
Xueliang tenía razón. No contaba con suficientes hombres de confianza para poder tomar el mando de las dos provincias rebeldes. La mayor parte de su Ejército se componía de hombres demasiado bisoños para el combate o que estaban anclados en las arcaicas tácticas de combate chinas. Necesitaba "rellenar" los huecos que la pésima forma de su Ejército tenía con soldados occidentales. Cuando Patton y Montgomery dijeron en número de hombres con los que contaba Xueliang pareció quedar complacido. Los chinos empezaron entonces a parlotear como cotorras acerca de que como iban a vencer al comunismo, algunos oficiales británicos fanfarroneaban con ellos y decía que seguirían la ruta del Transiberiano hasta Moscú.
Entonces Patton, que hasta entonces había estado callado, se levantó y con su fusta de caballería señaló un punto en el mapa: Manchuria. Bastaban las palabras para señalar que pasase lo que pasase, los japoneses -ocupando Manchuria- tenían algo que decir en todo este asunto.



9 comentarios:

  1. "Disculpeme señor, pero como usted comprenderá, no puedo depositar el mando de soldados americanos a ustedes. Y creo que mi compañero Montogomery, no puede depositar el mando de sus fuerzas en ustedes. Lo que si podemos hacer, es que a cada uno se nos asigne una provincia y ya verán como la conquistamos maldita sea. Y que sus chicos se unan a los nuestros y el propio Stalin se cagará en lo alto cuando vea la contundencia con la que hemos atacado y como le hemos dado su merecido"

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  2. El traductor abrió mucho los ojos, igual que Wei Kitao. Montgomery asintió y empezó a traducir. La cosa se empezó a poner tensa entre los chinos y Montgomery intentó templar ánimos

    "Esto no es la versión anglosajona de la misión militar alemana. Hemos venido a combatir el comunismo en primera línea, entre otros compromisos. Para eso nos buscó su Gobierno" dijo mirando a Wei Kitao "esta guerra les supera. Entreguenósla"

    Wen Kitao empezó una verborrea nacionalista que parecía haberse preparado. Montgomery le interrumpió.

    "Señor Ministro. Tanto Patton como yo podemos ganar esta guerra. Los comunistas se saben todas sus tácticas pues son compatriotas pero no sabrán como reaccionar ante un Ejército dirigido por occidentales. Denos el mando y nosotros le daremos China"

    Wen Kitao observó a los dos militares. Asintió, titubeante.

    "Y ahora otro problema" señaló Manchuria "a los japoneses no les conviene una China fuerte y unida ya sea nacionalista o comunista. Por eso sugiero a Patton escribir una carta que se enviará al Foreing Office y al Departamento de Estado para ganarnos la neutralidad de Tokyo. Es una cuestión prioritaria"

    Los chinos asintieron, contento el político y algo dubitativos los militares.

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  3. Desde el fondo de la sala de reuniones, atravesando varios telones de seda que hasta el momento le habían servido de abrigo ante las miradas curiosas, lentamente fue ingresando hacia la luz del centro de la sala un militar con un uniforme... distinto. por lo menos distinto del resto de la sala.
    Grave, rigido y marcial, sin perder un ápice de elegancia en sus movimientos, dejó morigerar una calada de su cigarro en el ambiente, y mientras difuminaba su efigie con ella, empezó a dirigirse a los presentes en estos terminos:
    "En calidad de máximo asesor militar del gobierno de Su Excelencia el presidente Chang Kai Chek les invito a considerar la dificil situación en que se encuentra China. Una guerra no es tan sencilla como ustedes sugieren; existen multitud de ofertas diplomáticas para garantizar la paz por parte del gobierno imperial japones y tenemos la obligación de reconocer que Japón es el guardian de la civilización en el extremo oriente... (dejo una pausa dramática mientras se ajustó su monóculo)...como Alemania lo es en europa.
    Por todo lo expuesto me veo en la obligación de desaconsejar cualquier actuación militar que pueda provocar una reacción hostil por parte de nuestros vecinos. China deberá consultar cualquier resolución que tome respecto a los comunistas con el emperador nipon."-

    el silencio se rompió tras unos segundos de expectación con la jovial y sutil naturalidad de Montgomery;

    "Ah, General!"- continuo sonriendo- " es un verdadero placer volver a verle"-
    En este momento estalló Patton con una mirada llena de furia. "¿Y este fulano quien es?"-dijo.

    El germano no parecio alterarse lo más mínimo.
    "General Von Falkenhausen. de la delegación alemana". añadio secamente...

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  4. Patton le miró de forma completamente iracunda.
    "¡Si tengo que ir al mismo puto Tokio, iré, si tengo que cortarle los cojones a Toho, lo haré en persona, me da igual si tengo que acribillar a Stalin, a Mao, a Toho o a la puta que los parió a todos. El Gobierno de los EEUU me ha enviado aquí a ganar a una guerra y eso es lo que voy ha hacer, tengo 3000 soldados de infantería y 2000 marines, además de una treintena de blindados Stuarts y Grant. No me de lecciones boche de pacotilla!"

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  5. El alemán y el americano estaban muy tensos. Montgomery puso paz entre ellos, deslizándose entre los dos y diciendo:

    "Caballeros haya paz y calma, el verdadero enemigo son los comunistas no nosotros mismos"

    Montgomery miró al alemán y dijo:

    "Su Gobierno tiene mejores relaciones con los japoneses que Londres o Washington, conocen mejor lo que se mueve por Tokyo, y nos gustaría que nos explicara como va a reaccionar Hiro-Hito si desencadenamos una ofensiva contra los comunistas, a los que tampoco tiene en gran estima. También me gustaría que en caso de que se desencadenase una guerra, telegrafiase a Berlín para que Alemania forme un frente común con EEUU y Gran Bretaña para hacer que el Japón permanezca neutral"

    Montgomery miró a Patton, calmado en parte y a Von Falkenhausen, frío como un iceberg

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  6. Patton ya más calmado por la intervención de Bernard Law Montgomery dijo.

    "Bueno, habrá que ver cual es la opción que menos problemas nos de, quien sabe, esto podría desatar una escalada de tensiones bastante fuertes. Quien sabe, una guerra a 3 bandas, los comunistas por un lado, los japos por otro y los nacionalistas chinos y nosotros por otro. El Japón ansia expandir su poder así como Moscú, no obstante los interes occidentales es mantener el status quo. Hasta España se podría meter en esto si dañan a algún ciudadano suyo residente en Nanking o Shangai"

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  7. Montgomery se mesó la barbilla:

    "Si Japón entra invade China y nosotros estamos apoyando al Kuommitang tendrán la excusa perfecta para tomar nuestras posesiones en Extremo Oriente y los frentes se multiplicarán. Y esto pasará de ser una pequeña intervención localizada a una guerra en todo el Pacífico. Esto no nos conviene..."

    Wen Kitao sacó un pañuelo y se secó el sudor que perlaba su frente, iba a balbucear algo pero un gesto de la mano del general británico le silenció.

    "La llave de todo esto la tiene Herr Von Falkenhausen. Vayamos al quid de la cuestión... ¿Puede Berlín influir en Tokyo para que se mantenga neutral?"

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  8. En ese preciso instante entró un teniente chino acompañado de dos suboficiales y entregó un mensaje al ministro, que estaba muy tenso. Apenas lo hubo leído intercambió exclamaciones con el oficial en mandarín y Von Falkenhausen se dirigió a ellos.
    “el comunicado es fidedigno?”-preguntó- “pidan confirmación al comandante Ritter Von leeb, a la central de Han-shui. Sugiero al ministro que vaya de inmediato al gabinete presidencial.”
    Montgomery, sin mostrar la menor alteración inquirió al teutón: ¿Qué sucede?- el general Patton exclamó: ¡Si, quiere decirnos que diablos ocurre ahora?!-
    Von Falkenhausen no se hizo esperar:
    “-Les invito a salir porque asumo que tendrán Uds. Mucho trabajo en sus respectivas embajadas… pero confío en que me concedan el honor de su compañía esta tarde a las 7 en el hotel Weissmann Imperiale. Allí tendremos ocasión de planificarlo todo…”-
    “¡Oiga, Fritz, desembuche de una vez! ¿se puede saber a que viene que nos lleve a tomar el té? ¡¡Tenemos asuntos importantes que despachar!! ¿es que no se entera, you damned sausage?!!”- Patton parecía fuera de sí, plenamente indignado.
    “Si me deja terminar, mein Herr… en estos momentos la confianza mutua es crucial, y quiero que sean conscientes de que les estoy enseñando mi mano antes de jugar. El Hotel Weissman es la sede de la inteligencia alemana, como usted sin duda no ignorara, general Montgomery, porque tienen a medio foreing office rodeándolo todo el día. –el general asintió- lo que sucede es bien simple; esta madrugada ha habido disturbios en la vía férrea que une Sichuan con Tiensin y parece que han sido los bandidos comunistas, según comunica el embajador japonés, que por cierto, ha sido llamado a consultas. Se espera que el Japón intervenga, claro. El problema es que parece que no lo hará como de costumbre. Es extremadamente necesario que nos reunamos y coordinemos la operación mientras, como usted sugería, mein freund, Hablo con mis superiores en Berlín para tomar medidas y negociar la mediación conjunta con Tokio. Si no… mucho me temo que comienza el “Fall Himmlisch”...
    “¿Y eso que es?”- quiso saber Patton ya algo más calmado, aunque desconfiado.
    “Case Celestial”-dijo Montgomery.-“ Significa la invasión japonesa”.

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  9. Montogmery asintió en silencio. Miró a uno de los oficiales

    "Capitán, tenga la bondad de trasladar al General y al Ministro, así como algunos oficiales al aeródromo, donde les evacuaremos a territorio chino. Tienen una reunión muy importante a la que no pueden dejar de asistir"

    Dicho esto el coronel Higgins abandonó la sala con gran parte de los notables chinos.

    "Caballeros, huelga decir que tenemos importantes telegramas que enviar. Nos vemos a las 7 en el Hotel Weissman con todo lo que Berlín, Washington y Londres hayan podido hacer para solucionar esta crisis. Que tengan suerte y que Dios les ayude"

    Y dicho esto los tres generales abandonaron la habitación con gesto serio y preocupado mientras a miles de kilometros de allí, el Ejército de Manchuria, al mando del General Hideki Tojo, se movilizaba esperando instrucciones

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