lunes, 29 de marzo de 2010

Recortes de prensa

Ginebra/SUIZA La atención mundial recae ahora sobre la sede de la Sociedad de Naciones, donde esta mañana los representantes de Gran Bretaña y Estados Unidos han presentado una iniciativa para solucionar la crisis de Asia entre Japón y China cuando comunistas chinos han volado varios tramos de la línea de ferrocarril que une Sichuan y Tietsin. El Embajador japonés en China ha sido llamado a consultas por Tokyo al tiempo que el Mikado se reservaba su derecho a responder como "creyese conveniente" mientras movilizaba su maquinaria bélica.
" A fin de evitar que la situación continúe deteriorándose y de buscar una solución dialogada al conflicto, hemos llevado esta situación a la Sociedad de Naciones" ha declarado Gareth Gladwyn, embajador de Gran Bretaña en la Sociedad de Naciones. "Confiamos en poder solucionar esto de manera pacífica" ha afirmado Joseph Avenol, Secretario General de la SDN, mientras el Embajador japonés, Hiyoshi Saito, ha declinado cualquier tipo de injerencia extranjera en los asuntos de Asia. Le apoyan Italia y Alemania.

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Ginebra/SUIZA Tras una reunión de urgencia de la Asamblea de la Sociedad de Naciones, Japón ha rechazado la iniciativa angloamericana para crear una comisión que investigue lo sucedido. "Crea una comisión si quieres que algo no se soluciones" ha declarado irritado Hiyoshi Saito "sabemos perfectamente quien atacó y nos reservamos el derecho a resolver este problema como creamos conveniente". Mientras desde Moscú, en una alocución dirigida al pueblo soviético, Iosif Stalin ha declarado que "la URSS no tolerará más agresiones imperialistas". Se cree que el Kremlin ve con malos ojos el ascenso imparable de Japón, con el que sostuvo un conflicto en 1904.

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Ginebra/SUIZA Las horas pasan muy lentas en Suiza mientras en Extremo Oriente el despliegue bélico continúa. El embajador estadounidense, George Wayne ha pedido a Japón que cese "sus preparativos bélicos y escuche a la diplomacia" pero la respuesta de Saito ha sido contundente "Japón no es Hong Kong ni Filipinas. Ni EEUU ni Inglaterra tienen derecho a intervenir en nuestros asuntos" además ha denunciado la movilización de la VI Flota estadounidense además de cientos de unidades navales británicas acuarteladas en la India y demás posesiones militares en lo que él considera "un complot colonialista de Londres y Washington contra el divino Gobierno de Hiro Hito".

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Ginebra/SUIZA El Embajador Saito ha leído hoy una dura carta del Emperador Hiro Hito en la nueva reunión de la Sociedad de Naciones. En ella, el país del Sol Naciente abandonaba la SDN a la que acusaba de ser instrumento de los designios angloamericanos y de conspirar con ellos contra la soberanía japonesa al tiempo que anunciaba "que Japón destrozará a todo aquel que se cruce en su camino".
Horas después y a instancias de los embajadores estadounidense y británico, los embajadores de Australia, Nueva Zelanda, Países Bajos, Siam, Sudáfrica, India, China, Cuba, República Dominicana, Nicaragua y Francia, junto con los citados EEUU y Gran Bretaña, además de la Unión Soviética, han firmado una carta deplorando "la cada vez más belicista retórica japonesa".

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Ginebra/SUIZA La crisis de China ha dado un nuevo giro de tuerca. A la cada vez mayor presencia de unidades navales y de elementos del Ejército de Tierra británico y estadounidense en Asia se une el rifirrafe que han tenido dos aviones Spitfire británicos contra un caza Honda nipón. Los británicos han derribado al avión japonés.
Horas después, el Gobierno japonés confirmaba la pérdida de uno de sus aparatos que se encontraba "evaluando el alcance del despliegue británico en Extremo Oriente y en particular, China". Pese a todo, el Mikado ha intentado bajar la tensión, algo que no ha conseguido.
Británicos y estadounidenses han elevado a la Asamblea una resolución para "intervenir militarmente para garantizar el status quo de Asia". Quedarían al mando de este Ejército el General británico Bernard Law Montgomery y el General estadounidense George Smith Patton. Tras esto, Japón ha llamado a sus embajadores en Londres y Washington a consultas. Se espera que una guerra a gran escala estalle pronto.



viernes, 26 de marzo de 2010

En la guarida del Lobo


Un Rolls Royce negro, brillante e imponente hizo su parada ante las puertas del hotel occidental ante la curiosa mirada de los transeúntes y de los hombres y mujeres que tomaban un refrigerio en su terraza. Mientras de el se bajaba un oficial británico elegantemente dispuesto, un jeep militar norteamericano aparco justo a su lado, para mayor revuelo de los presentes. No era lo que se dice una entrada discreta, especialmente en el clima plomizo y beligerante de aquellos días. Los dos generales se saludaron y un joven suboficial vestido de paisano los acompaño cargado de carpetas y dossieres. El conserje les indico en el Hall, una vez dentro, que tuviesen la bondad de esperar en el drawing room mientras un botones sospechosamente rubio corría por las escaleras de mármoles hitlerianos abajo.

A los dos minutos apareció un hombre con aspecto nórdico vestido de calle con un traje negro y lentes redondas, que les pidió a Montgomery y a Patton que les acompañase. El general americano, tan amigo de la desconfianza ante los alemanes dudo un instante mientras se aseguraba de controlar el perímetro tal y como le habían entrenado. Les condujeron a un ascensor del hotel y para su sorpresa, en lugar de subir a los áticos, el agente alemán introdujo una llave en una ranura y marco un botón sin número justo debajo del sótano.

Lentamente fueron bajando y mientras llegaban al piso -3 el agente les dijo:

“El general Von Falkenhausen les está esperando en la sala de operaciones. Aquí tienen dos tarjetas verdes que les autorizan a desplazarse por las instalaciones. Es necesario presentarlas siempre que quieran entrar en nuestras oficinas. Asegúrense de no perderlas o que no se las roben. Comprenderán que se trata de algo muy delicado y que se trata de la primera vez que un extranjero accede a nuestro abteilung. Ahora síganme, caballeros.”-

El panorama que se desplegó ante sus ojos una vez que las puertas del elevador se abrieron no dejaba lugar a equívoco; se encontran en un cuartel militar nazi.

Las paredes que rodeaban el pasillo central del bunker abovedado estaban cubiertas de banderas con esvásticas y carteles de propaganda; a sendos lados del corredor había varias mesas de hierro con agentes escribiendo informes o intercambiando noticias, cuyo epicentro era la potentísima emisora de radio que estaba al fondo de la estancia con varios oficiales de comunicaciones transmitiendo y recibiendo ordenes. Lo que más les llamó la atención al pasar fueron dos curiosos ingenios, verdaderos mastodontes de metal llenos de conmutadores, cables y bujías que no cesaban de escupir papel y emitían un profundo zumbido. En su parte superior había algo parecido a unas máquinas de escribir y entre ellas, una inscripción que ponía “Zuse Abwerk- ENIGMA H2037”. Patton estaba perplejo observándolas cuando apareció el General Von Falkenhausen con su ayudante y saludo cordialmente a Montgomery, al tiempo que los hacía pasar a una sala anexa.

La sala tampoco admitía confusión; Un primer vistazo les permitió advertir un inmenso mapa de China lleno de marcas y puntos ordenados justo antes de toparse con una panoplia con banderas y un siniestro cuadro de Hitler, dominando la estancia.

“Disculpen las exageradas medidas de seguridad, pero estoy seguro de que se dan cuenta de que esto no es un… ¿Cómo dicen ustedes? Ah! Un “tea room”.- dijo mientras señalaba un águila de bronce sobre el marco de la puerta. Dio una orden en alemán al ayudante, que se retiro de la sala con presteza, y mientras les invitaba a sentarse añadió:

“Puedo ofrecerles algo de beber? Supongo que con el calor que hace aquí estarán sofocados. Tenemos un Whisky excelente que su compatriota Mc Quarry de la embajada británica se empeña en regalarme. Yo prefiero un brandy, si no les molesta… “-dijo mientras abría el mueble bar.

martes, 23 de marzo de 2010

El centro de mando

La pequeña comitiva militar llevó a los dos generales por el camino más corto hacia un edificio situado en el centro de la ciudad, donde la Administración colonial británica tenía algunas oficinas.
Los ordenanzas se apresuraron a abrir las puertas de los vehículos. Montgomery bajó de manera ágil y se dirigió hacía Patton para dialogar con él.
Tenemos previsto un despliegue de 8.000 soldados y unos 50 blindados, además de apoyo aéreo. En su mayoría birmanos e hindúes aunque los blindados provendrán de unidades británicas. Londres me ha autorizado a reforzar el número de soldados en China con tropas provenientes de la India siempre y cuando no comprometa la seguridad de la colonia y la seguridad nacional. En conclusión, puedo llegar a tener desplegados aquí hasta 10,000 soldados aunque confío en solventar esto con lo que tengo a mano... decía el General británico.
Los dos generales fueron introducidos en la sala de juntas que se había habilitado como cuartel general del Estado mayor. Los militares chinos estaban elegantemente uniformados y saludaron, marciales. De entre todos ellos destacaba la figura de un joven general que Montgomery tomó como Zhang Xueliang y un pequeño hombre vestido a la occidental que creyó que podía ser un político del Gobierno chino.
General Montgomery, General Patton... es un placer tenerles aquí con nosotros. El Gobierno chino está muy orgulloso de contar con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos para conjurar la amenaza comunista. Soy el ministro Wei Kitao y me encargaré de las decisiones políticas comentaba mientras los dos generales tomaban asiento. A un gesto de su mano, uno de los oficiales desplegó un enorme mapa de China sobre la mesa, lo que hizo que tanto el británico como el estadounidense alargasen el cuello instintivamente. El General Xueliang tomó un señalador y empezó a hablar en chino, lo que hizo que el traductor, un trajeado joven hongkonés comenzase a hablar
La situación es la siguiente: Kuangsi y Kuangtung están en manos de los comunistas, aprovechando el buen tiempo, lanzaremos una ofensiva con nuestras mejores unidades, las entrenadas por Alemania. Sus hombres vendrían a incrementar el número de efectivos en razonable estado para poder vencer a los comunistas.
Xueliang tenía razón. No contaba con suficientes hombres de confianza para poder tomar el mando de las dos provincias rebeldes. La mayor parte de su Ejército se componía de hombres demasiado bisoños para el combate o que estaban anclados en las arcaicas tácticas de combate chinas. Necesitaba "rellenar" los huecos que la pésima forma de su Ejército tenía con soldados occidentales. Cuando Patton y Montgomery dijeron en número de hombres con los que contaba Xueliang pareció quedar complacido. Los chinos empezaron entonces a parlotear como cotorras acerca de que como iban a vencer al comunismo, algunos oficiales británicos fanfarroneaban con ellos y decía que seguirían la ruta del Transiberiano hasta Moscú.
Entonces Patton, que hasta entonces había estado callado, se levantó y con su fusta de caballería señaló un punto en el mapa: Manchuria. Bastaban las palabras para señalar que pasase lo que pasase, los japoneses -ocupando Manchuria- tenían algo que decir en todo este asunto.



lunes, 22 de marzo de 2010


Extracto del diario personal del General Von Falkenhausen.

Cuartel general del Alto Mando Alemán destinado en Nanking, China.

1 de Julio de 1937

Esta mañana, tras entrevistarme con el ministro Wei Kuo, quien nos ha asegurado que no se espera ninguna intervención militar por parte del Japón en territorio chino, me he encontrado con la difícil tarea de convencer a los oficiales del ObK. de que su misión es mantener la calma y no ceder ante las provocaciones de sus vecinos los japoneses. De hecho, y tras mucho meditarlo, consideramos que la única via posible para mantener el estatu quo en el extremo oriente es mantenerse pasivos, tolerantes y a la espera de un ataque sorpresa por parte de los nipones, que mucho me temo aun a pesar de lo que diga el ministro Kuo, es inminente.

Por todo ello he presentado un memorándum que el coronel Kruegel ha cablegrafiado a Berlin esta mañana en el que se solicitaba de nuestros “honorables” socios chinos la total colaboración con el Reich para los siguientes puntos;

• Atacar las provincias rebeldes de Kuangsí y Kuangtung
• Esperar un ataque Japonés
Para derrotar al Japón aconsejo que:
• Una guerra de desgaste alrededor del rio Amarillo
• Dejar por el momento regiones del norte de China y Manchuria poco a poco y que los japoneses fueran pagando muy duramente cada uno de ellos
• Aéreas fortificadas en zonas mineras,costeras,fluviales estratégicas
• Incursiones costeras y fluviales
• Guerra de guerrillas en territorio ocupado
• Infiltraciones de pequeños grupos bien armados como los grupos de asalto Alemanes de la gran guerra (Stürmtruppen)
• Además contención de la insurgencia Comunista de Mao

China no está, en absoluto, preparada para asumir un plan ofensivo de choque cuando las tropas del mikado crucen el estrecho de Weihawei o descubrar su poker; de las 60 divisiones que teníamos previstas entrenar al modelo alemán tal y como se especificaba en el tratado Bauer-Fong del 34, apenas tenemos 15 completas. De todos los cañones Krupp, Bofors, Madsen o Rheinmetall enviados no disponen más que el 30% en perfecto estado, y eso por no hablar de las deficiencias en la red de ferrocarriles que a duras penas mantenemos a salvo de los comunistas en Sichuan y que amenazan constantemente con destruir la fluidez comercial de la HAPRO (Handelsgesellschaft Industrieller zur Verwertung Produkte). Todo ello, por supuesto, a causa de la ineficaz gestión del presidente Chang Kai Chek y sus ministros, muchos de ellos educados a la europea su tozudez aunque terriblemente corruptos. Del imbécil de Kuo, por ejemplo, se diría que se pone el sombrero de copa con un calzador.Pero lo que más me intriga es lo que deben pensar británicos, franceses y americanos de todo esto. No tenemos ningún contacto establecido en la zona internacional con la Foreing office y todo lo que sabemos de sus primos americanos es que en el norte, entran su mercancía por el puerto japonés de Port Arthur, lo que lo convierte en algo de lo más sospechoso.

¿Que andará tramando el tio Sam?

En definitiva, la situación no promete ser fácil, y evaluándolo desde el punto de vista militar es un desastre. No me extraña que los jóvenes oficiales que entrenamos en la academia comiencen un siniestro “ruido de sables” en Nanking; para mí son como pequeñas hormiguitas (asi es como siempre he visto a los chinos) que se encuentran atenazados entre un hormiguero que se viene abajo, unas ratas comunistas y un temible oso hormiguero llamado Hiro-Ito. Tarde o temprano se rebelaran contra su reina y comenzaran a luchar contra todos los enemigos de su patria, hasta que el dragon de China venza o ellos mueran en el intento…

General Wilhelm Gerhardt von Falkenhausen

Una tarde en Hong Kong

Desde el despacho que las autoridades hongkonesas le habían habilitado, Montgomery podía ver las evoluciones de los juncos en el puerto de la próspera colonia que los británicos le habían arrebatado a los corruptos mandarines manchúes siglos antes. Cuando se cansó de ver las evoluciones de los barcos giró sobre sus talones y se sentó en la butaca mientras un sirviente sij le retiraba las pastas y el té que había tomado mientras ojeaba cientos y cientos de informes. Tenía ante sí una complicada tarea: arreglar China o al menos encargarse de que esta se arreglase conforme a los planes de Occidente. Hombre directo y prudente, Montgomery miró uno a uno a todos los oficiales de su Estado Mayor.
¿Cómo va nuestro despliegue? inquirió el militar británico.
Por nuestra parte va bien. Acaban de telegrafiar de Calcuta dijo un joven oficial con uniforme escocés al tiempo que tendía el dicho telegrama a Montgomery nos envían más tropas hindúes. 2,000 hombres más. Fusileros sij.
Montgomery asintió. El despliegue iba con buen ritmo y en una semana dispondría de las fuerzas necesarias para poder empezar a operar plenamente.
¿Y que hay de los americanos? preguntó.
Los oficiales se miraron entre sí. No sabían como iban a decírselo al General británico. Uno de ellos tomó aire y dijo:
El General Patton ha sido bastante diligente. En este momento se encuentra aprovisionando a su Ejército en Filipinas y en dos o tres días estará en Hong Kong.
¿Patton? replicó Montgomery. La verdad es que las relaciones entre el británico y el estadounidense no eran las mejores. Montgomery consideraba a Patton una "prima donna", un buen general con aires de grandeza. Patton tenía esta misma consideración de Montgomery.
Será más divertido, no solo tendremos que evitar que China caiga en manos de los comunistas, sino evitar que Patton se acabe coronando emperador de la misma.
Todos rieron de buena gana. Habían sido enviados a China para apoyar la causa de Chiang Kai Chek, líder del partido nacionalista Kuommitang para derrotar a los comunistas liderados por Mao Tse Tung y el general Lin Piao. Contaban con el apoyo de Moscú y tanto a Londres como a Washington no le interesaba que se repitiese en China lo que acontecía en Rusia. Por esa razón estaba Montgomery en Hong Kong y Patton de camino.
Señor dijo entrando el ordenanza de Montgomery al despacho está aquí.
Ah, si el grupo de oficiales chinos que cité para hablar de la estrategia a seguir, hágales pasar a la sala de operaciones pronto me reuniré con ellos...
El oficial tragó saliva y dijo:
También hay un grupo de oficiales americanos, se han adelantado del despliegue...
Hágales pasar también...
Señor, está aquí
¿Quien? replicó Montgomery seco
El General George Patton...